Cuba: El sindicato Australian Workers Union se arrodilla ante Washington

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Por Tim Anderson

En este mes de enero, el Sindicato de Trabajadores Australianos (AWU—Australian Workers Union) escribió una carta insultante al nuevo embajador cubano en Australia, Pedro Monzón. El documento del sindicato revela la dominación ideológica que Estados Unidos mantiene sobre las partes más débiles y dóciles del movimiento sindical australiano.

El embajador Monzón, llegado a Australia a finales de 2010, invitó a varios dirigentes sindicales para un intercambio. Paul Howes, como Secretario Nacional del AWU, le replicó de manera innecesariamente ofensiva: ‘Estaría encantado de aceptar su oferta de encuentro, pero, desafortunadamente, sólo podrá llevarse a cabo cuando el gobierno cubano cese la represión de los sindicatos independientes y libere los numerosos dirigentes sindicales actualmente encarcelados en su país.’ En la carta se menciona a cinco encarcelados.

Paul Howes dice que el AWU ‘desde hace tiempo ha mantenido una posición crítica’ hacia la federación sindical de Cuba, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que afilia a casi todos los empleados cubanos. Alega que los líderes de la federación ‘no son elegidos’ sino nombrados por el Estado. Después de citar información preparada por grupos financiados por Estados Unidos, concluye: ‘Se habla cada vez más de la necesidad de los sindicatos de evidenciar la represión y presionar al régimen comunista [sic], que domina su país, para que conceda a los trabajadores sus derechos laborales.’

Apurado, quizás, por la necesidad de exorcizar su coqueteo juvenil con el socialismo, Paul Howes parece no darse cuenta que el gobierno laborista federal ha seguido desde finales de 2009 una política de compromiso con Cuba en materia de ayuda extranjera y asuntos internacionales. No importa, el señor Howes aún no es diputado laborista.

Paul Howes ha copiado el contenido de sus afirmaciones estilo Guerra Fría de argumentos elaborados por grupos financiados por el gobierno de Estados Unidos, el más reciente de los cuales es el Comité para el Sindicalismo Libre (CFTU en sigla inglesa). Esta organización, hábilmente, se ha apropiado del antiguo acrónimo de la federación sindical internacional, la ICFTU (ahora la ITUC— International Trade Union Confederation). El CFTU ha logrado la aprobación de algunos de sus documentos por parte de la ITUC. Sin embargo, los ‘grupos disidentes, CUTC [Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos], CONIC [Confederación Obrera Nacional Independiente de Cuba] y CTDC [Central de Trabajadores Democráticos de Cuba]’ que la AWU afirma apoyar, no existen como sindicatos en Cuba. Son frentes financiados por Estados Unidos.

Los cubanos comprenden muy bien que estos grupos—como ‘Damas de Blanco’, ‘periodistas independientes’ y ‘observadores independientes de derechos humanos’—son montajes de negocio. A una cubana amiga mía que trabaja en una de las embajadas europeas en La Habana se le pide entregar $50 a cada una de las 'Damas de Blanco', y $30 a cada una de sus compañeras, para cada evento o acción en que participan. El dinero llega a esta embajada desde la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

Precisamente porque Estados Unidos ha manipulado estos espacios durante años, los sindicatos cubanos mantienen un frente unido en apoyo de la revolución. Frente a medio siglo de agresión de Estados Unidos la unidad ha sido una fortaleza clave de los cubanos.

El CUTC, que el AWU afirma apoyar, está dirigido desde Miami por Pedro Pablo Álvarez Ramos, presentado por Paul Howes como ex-preso político encarcelado por sus actividades sindicales. Esta representación es completamente falsa. Álvarez Ramos fue encarcelado en 2003 por su colaboración, retribuida por el gobierno de Estados Unidos, en proyectos expresamente destinados a derrocar el orden constitucional cubano. Tal actividad se considera criminal en Cuba, como en la mayoría de países. Álvarez Ramos fue excarcelado en 2006 y actualmente vive en Miami donde trabaja para grupos financiados por Estados Unidos. Además del dinero pagado por Washington la causa del CUTC es promovida en las filas de la AFL-CIO [confederación sindical estadounidense] por la Unión Federada de Trabajadores de Electricidad, Gas y Plantas de Agua de esa ciudad.

El CFTU incluye una pandilla de antiguos miembros de la AFL-CIO, que a su vez cobran dinero de la United States Agency for International Aid (USAID—Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional) y del ala sindical del National Endowment for Democracy (NED—Legado Nacional Para la Democracia), también financiado por el gobierno de Estados Unidos. NED, montado por la administración del presidente Ronald Reagan en los años ochenta, es conocido por su apoyo a regímenes de ‘transición’ en países como Afganistán, Irak, Haití y Honduras. Actualmente sus actividades se concentran en gran medida en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Al mismo tiempo que Estados Unidos mantiene leyes contra la financiación extranjera de actividades políticas dentro del país, su Congreso proporciona financiación al NED para promover este preciso objetivo en otros países.

A excepción de Estados Unidos y sus estados clientes el CFTU lanza ataques contra casi todos los países en relación con los ‘derechos de los trabajadores’ y presta atención extraordinaria a Cuba. La ITUC—en su descrédito—ha adoptado algunos de los documentos del grupo. Tres de los diez miembros de la junta directiva del CFTU, Álvarez Ramos incluido, trabajan en temas de Cuba.

A modo de ejemplo, en los años noventa Lourdes Kistler, miembro de la junta directiva del CFTU, recibió dinero de NED para la campaña ‘Cuba Libre’ de la AFL-CIO. La página web del CFTU registra que la Kistler también logró recibir ‘una subvención del Departamento de Estado de Estados Unidos…para ayudar a los activistas sindicales cubanos a organizar sindicatos democráticos e independientes.’

Durante muchos años, el gobierno de Estados Unidos ha financiado numerosas campañas supuestamente en apoyo de ‘defensores de los derechos humanos’, ‘periodistas independientes’, ‘defensores de los derechos laborales’, etc. El programa integrado de ‘transición’ que proporciona los fondos (del Congreso, del Departamento de Estado y de la USAID, por no hablar de la CIA) a los distintos grupos ‘independientes’ ‘exige’ un sistema cubano basado en ‘economía libre’, con la privatización de todos los sectores clave, la sanidad incluida. Todo se explica letra por letra en la legislación de Estados Unidos (Ley Helms-Burton de 1996) y nuevamente se pormenorizó en el plan de ‘transición’ del gobierno de Bush (2004). El gobierno de Obama no ha realizado ningún cambio en este plan.

Un 'Cuba Libre' estaría obligado a incorporarse al Banco Mundial, desregularizar los precios, llevar a cabo un ‘programa efectivo de privatización’, y hacer valer nuevos derechos de propiedad y diversos ‘mecanismos de libre mercado’. También Estados Unidos ‘alentaría’ a una Cuba Libre para que resuelva reclamaciones [de propiedad] pendientes lo más rápidamente posible’. Esta última reivindicación podría cargar al pueblo cubano con una deuda de hasta $100 mil millones de dólares. El impacto sobre los derechos de los trabajadores sería terrible.

Además de Álvarez Ramos, los otros presuntos activistas sindicales mencionados en la carta de Paul Howes–como Nelson Molinet Espino (CTDC) e Iván Hernández Carrillo (CONIC)--no fueron encarcelados por activismo laboral, sino porque colaboraron con el entonces jefe de estación de Estados Unidos en La Habana, James Cason, y recibieron dinero de él. Si conoces de español, puedes obtener información sobre estas personas leyendo Los Disidentes, libro de 2003 de Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, y el artículo ‘Revelaciones sobre el “sindicalismo independiente” en Cuba’, de Aleída Godínez, publicado en el periódico Trabajadores.

Conviene subrayar que el CFTU y el comité anti-Cuba de la AFL-CIO están formados por ciudadanos de Estados Unidos a quienes se prohíbe viajar a Cuba y hablar con sindicalistas cubanos; es decir, el gobierno que les prohíbe hablar con los cubanos es el mismo que les paga para calumniar Cuba.

Paul Howes mantiene vivo este espíritu de Guerra Fría con un valiente 'boicot' personal. Afirma que la dirección de CTC ‘no es elegida por los trabajadores, sino nombrada por el Estado y el Partido Comunista de Cuba’. Esta afirmación es sencillamente falsa y demuestra gran desconocimiento—con toda probabilidad ignorancia voluntaria—del sistema cubano. Afortunadamente, diversos líderes sindicales australianos han viajado a Cuba para hablar con sus homólogos del CTC y podrán estar más informados. El CTC tiene sus propias elecciones y hace su aportación a todas las leyes y políticas gubernamentales más importantes antes de que éstas sean aprobadas.

Es verdad que la CTC colabora estrechamente con el Estado cubano y el Partido Comunista de Cuba--lo normal en un sistema socialista. Incluso en Australia capitalista la mayor parte de los sindicatos actúan pegados al Partido Laborista (ALP), obligados a no oponerse a las guerras, las privatizaciones y los intereses de las grandes empresas. En Cuba la conexión entre estado y sindicato ha significado que la CTC, junto con la Federación de Mujeres Cubanas, está profundamente involucrada en el desarrollo de las líneas políticas, habiendo logrado avances importantes.

Paul Howes hace un comentario a la ligera sobre la supuesta colaboración de la CTC en ‘despidos’ masivos en las empresas públicas. Es comprensible que los australianos no sepan mucho de los recientes cambios en Cuba. Informes precedentes de Estados Unidos parecen inquietantes y quien no habla español tendrá dificultad en orientarse en los debates cubanos. Pero ¿qué razón hay para tener opiniones firmes basadas en la ignorancia?

Con la participación de la CTC, el gobierno cubano especificó los derechos de trabajadores despedidos en la Resolución 35 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (7 de octubre de 2010). Casi todos los despidos actuales se hacen por razones de productividad, como en los años noventa, cuando se reestructuró la industria azucarera. El proceso de despidos involucra un panel de la empresa, con inclusión del supervisor inmediato de los trabajadores y de un representante del CTC. Si queda despedido, el trabajador puede solicitar otra posición en el sector estatal, una licencia de pequeña empresa, un contrato de arrendamiento de tierra en usufructo o un trabajo en el sector no estatal. Los trabajadores despedidos reciben su salario completo durante un mes, después el 60% del salario hasta un límite de cinco meses, con el periodo exacto determinado por la duración del servicio.

Todos los cubanos disfrutan de vivienda libre de alquileres y de hipotecas, atención médica gratuita, educación gratuita para toda la vida y alimentos básicos subvencionados. También está garantizado para todos la seguridad social, el permiso retribuido por maternidad (por un año) y el cuidado de niños (a partir de cuando empiezan caminar). ¿Han logrado algo semejante los sindicatos australianos?