Un debate de actualidad: Gobierno de trabajadores y transición al socialismo

Por John Riddell

Fecha de publicación: 01/02/12  -- America XXI -- El concepto de gobierno de los trabajadores es el hijo torpe de la joven Internacional Comunista.  La idea que expresa es fundamental para el marxismo: los trabajadores deben luchar para tomar el poder político. Sin embargo, en los comienzos de la Comintern, se unió a una perspectiva entonces discutible para los marxistas: que los trabajadores pudieran formar un gobierno que funcione inicialmente en un Estado capitalista aún existente.

Como comenta el marxista francés Daniel Bensaid, “la fórmula algebraica del ‘gobierno de los trabajadores’ ha dado lugar a lo largo del tiempo a las interpretaciones más diversas, y a menudo contradictorias” [1].

Veamos qué luz puede arrojar sobre esta cuestión el registro del Congreso Mundial de la Comintern de 1922, publicado recientemente en inglés [2]. Esta fue la reunión que celebró la discusión más extensa de la Comintern acerca de la cuestión del gobierno de los trabajadores, y que adoptó su posición inicial.

El debate en el Congreso se centró en países como Alemania, donde las luchas de las masas obreras plantearon la posibilidad de que las personas que trabajan pudieran formar un gobierno. Por lo tanto, fue necesario plantear el concepto de poder de los trabajadores no sólo como perspectiva a largo plazo, sino en términos de las organizaciones de trabajadores existentes, con sus fortalezas y debilidades.  

Pero por otro lado, los trabajadores de Alemania, Italia, Francia y los países vecinos no poseían una red de consejos obreros revolucionarios similares a los soviets rusos de 1917. La mayor parte del movimiento obrero organizado seguía dirigida aún por dirigentes capitalistas, mientras que los comunistas eran todavía una corriente minoritaria de la clase obrera. En ese marco habría que abordar la cuestión del poder de los trabajadores.

En ese contexto, la Comintern había puesto en marcha los esfuerzos por construir un frente único de lucha de los trabajadores, desafiando a las organizaciones lideradas por dirigentes capitalistas a participar en los esfuerzos por lograr reivindicaciones y demandas inmediatas, como la apertura de los registros financieros capitalistas, el control obrero de la distribución de alimentos, el traspaso de las cargas impositivas a los ricos, y la dotación de armas a los trabajadores para conseguir una autodefensa contra las franjas reaccionarias. ¿Cómo podría ser implementado el programa? Mediante un gobierno de todos los partidos de los trabajadores, la Internacional Obrera respondió; “un gobierno de los trabajadores”.     

La introducción de este concepto en el Cuarto Congreso en noviembre de 1922, llevó al presidente de la Comintern, Gregory Zinoviev, a reconocer que éste era un tema que “no ha sido suficientemente aclarado” [3]. Los delegados efectivamente propusieron interpretaciones variadas y contradictorias. El texto propuesto para su aprobación atravesó más versiones que cualquier otro documento del Congreso. Incluso después de su aprobación, tres versiones diferentes fueron distribuidas a los partidos de la Comintern (para ver los tres textos, ir a http://johnriddell.wordpress.com/2011/08/14/the-comintern%E2%80%99s-unknown-decision-on-workers%E2%80%99-governments/). La mayoría de las discusiones posteriores en inglés se han centrado en la versión preliminar que difiere sustancialmente del texto que el Congreso finalmente aprobó.

El debate se había abierto dos años antes, durante una huelga general de los trabajadores alemanes. El jefe de los sindicatos socialdemócratas, Carl Legien, había llamado a la formación de un gobierno de partidos obreros y sindicatos. Su objetivo, sin duda, era poner fin a la huelga y restablecer el orden burgués, tal como había hecho el gobierno de la Unidad Socialdemócrata después de la revolución alemana de noviembre de 1918.

Pero las circunstancias habían cambiado. El poder ya no pertenecía a la coalición de los consejos obreros revolucionarios, como en noviembre de 1918, sino a un régimen de coalición burguesa. Un gobierno de los trabajadores no se basaría en una autoridad fundada en el Parlamento, donde los diputados de los partidos obreros eran decididamente minoritarios, sino a partir de movimientos de masas de los trabajadores. El Partido Comunista alemán declaró que, en aquellas condiciones, “la formación de un gobierno socialista propiciaría condiciones extremadamente favorables para una acción enérgica de las masas proletarias”, y expresó su apoyo condicional a la propuesta [4]. Se desató un intenso debate en ambos partidos alemanes y en la Comintern sobre si aquella postura era la apropiada.

El llamado a un gobierno de los trabajadores de este tipo en Alemania fue incluido al año siguiente en la resolución de la Comintern, a través de una campaña a favor de un frente único de los trabajadores. Esto dio lugar a un extenso debate, que fue llevado al Cuarto Congreso Mundial en 1922.

Seudónimo o transición

La cuestión central fue si el término “gobierno de los trabajadores” era simplemente un seudónimo para el Estado de los consejos de trabajadores, bajo la dirección comunista (dictadura del proletariado), o si representaba un estadio de transición hacia su meta. Este último concepto, advirtió Amadeo Bordiga, dirigente central del Partido Comunista italiano, implicaba que la clase trabajadora pudiera tomar el poder “de alguna otra manera fuera de la lucha armada por el poder”.

Ruth Fischer, que lideró las minorías izquierdistas del partido alemán, advirtió que el concepto de revolución estaba siendo aguado a través de “la estilización de su cabello a la moda occidental, creando etapas de transición democráticas entre lo que tenemos y hacia lo que aspiramos”. Inicialmente, Zinoviev también compartió esta opinión, aunque luego se retractaría en el Congreso Abierto, donde volvió a expresar este pensamiento subyacente de modo más reservado [5].

Los dirigentes de la mayoría del partido alemán y Kart Radek discutieron que el gobierno de los trabajadores no era un seudónimo de una dictadura del proletariado, sino un “punto de transición” hacia ella. El logro de un gobierno de los trabajadores puede “llevar a una fase de aguda lucha de clases a través de la cual la dictadura del proletariado emergerá finalmente”, decía Ernst Meyer. Será parlamentario “sólo en un sentido subordinado” y “debe ser llevado por las masas”. Karl Radek llamó a dicho gobierno “el punto de partida de una lucha por la dictadura del proletariado” [6].

Durante el proceso de edición, el texto del Congreso se alineó progresivamente con un concepto “de transición” del gobierno de los trabajadores. El texto final se contraponía claramente a un sistema parlamentario basado en “una coalición burguesa - socialdemócrata, ya fuera abierta o encubierta”. Su última versión establece que el gobierno de los trabajadores sólo puede ser sostenido a través de las luchas de masas; y sus tareas enumeradas comienzan con “armar al proletariado”, y terminan con “romper la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria” [7].

Según la resolución, los comunistas deben estar listos para “formar un gobierno de los trabajadores con partidos de trabajadores no comunistas y organizaciones de trabajadores”, pero sólo “si se garantiza que el gobierno de los trabajadores liderará una verdadera lucha contra la burguesía a través de los criterios antes descritos”, y sujeto a otras salvaguardas.

Ilusorios gobiernos de los trabajadores

La claridad de esta posición se vio seriamente socavada, sin embargo, por el errático uso simultáneo del término “gobierno de los trabajadores” para describir a los partidos de trabajadores burgueses que, si bien introdujeron algunas reformas, actuaron como administradores leales del orden capitalista. Este concepto fue expresado principalmente por Zinoviev, que logró ubicarse al mismo tiempo tanto en la izquierda como en las alas derechas de la discusión. Zinoviev utilizó la expresión “gobierno obrero liberal” para describir a los regímenes laboristas que habían administrado el Estado capitalista australiano después de 1904, y un futuro gobierno del Partido Laborista en Gran Bretaña. Dicho régimen, dijo, “podría ser el punto de partida para revolucionar el país”, podría tomar muchas medidas “objetivamente dirigidas contra el Estado burgués”, y “puede terminar en manos de la izquierda”. Sorprendentemente, Zinoviev vio un paralelo con el papel de los mencheviques rusos de 1917 [8].

Esta posición fue rechazada por los líderes de la delegación alemana, que presentaron una enmienda distinguiendo entre “ilusión” y “auténticos” gobiernos de trabajadores. La enmienda también especificaba que los gobiernos ilusoriamente “liberales” o “socialdemócratas” de los trabajadores no eran gobiernos revolucionarios de los trabajadores, sino gobiernos escondidos de coalición entre la burguesía y los líderes antirrevolucionarios. Tales “gobiernos de los trabajadores” son tolerados por la burguesía debilitada en momentos críticos con el fin de engañar al proletariado, defenderse del empuje revolucionario y ganar tiempo. Los comunistas no pueden participar en ese gobierno. Por el contrario, sin descanso, deben exponer a las masas la verdadera naturaleza de un falso “gobierno de los trabajadores [9].

Aunque adoptada por unanimidad, la enmienda no se incorporó en la versión rusa publicada de la resolución, pero sirvió como base para las traducciones al inglés. Como resultado, los comentarios en inglés sobre este asunto, señalando la posición de Zinoviev para atacarla, criticaron al Congreso por la debilidad que sus delegados habían intentado remediar.

Dos preguntas sin respuesta

Dos aspectos importantes del problema del gobierno de los trabajadores, si bien fueron planteados en el Congreso, quedaron sin resolver.

El primero refería al papel de los campesinos. Durante el debate en el Congreso, Vasil Kolarov, el delegado de mayor rango de Bulgaria, dijo que “el gobierno de los trabajadores no se plantea en países agrícolas como los Balcanes”. La resolución final, por el contrario, se refirió a la posibilidad de que existiera un “gobierno de los trabajadores y los campesinos más pobres” de regiones como los Balcanes y Checoslovaquia [10].

Esta pregunta fue planteada con más urgencia en Bulgaria, gobernada por un partido campesino radical, que se enfrentaba a la amenaza de un golpe de Estado de fuerzas de derecha. Allí, una oportunidad ideal para aplicar el concepto de gobierno de trabajadores y campesinos fue bloqueada por la hostilidad de los comunistas búlgaros. Ningún delegado del Congreso mencionó la situación en Bulgaria. Unos meses más tarde, el sectarismo búlgaro comunista contribuyó a una trágica derrota del movimiento obrero.

La segunda cuestión irresuelta se refería a la naturaleza del gobierno de los trabajadores. El texto definitivo de la resolución afirmaba que “un gobierno obrero genuinamente proletario, en su forma más pura, puede ser encarnado sólo por el Partido Comunista”. Zinoviev dijo que esta variante “es en realidad un seudónimo de la dictadura del proletariado”. La implicación fue que si los comunistas se aliaban con las fuerzas no comunistas en un gobierno revolucionario, esto sería sólo un recurso temporal hasta que los comunistas fueran lo suficientemente fuertes como para gobernar solos.

Un comentario de León Trotsky sugiere un enfoque muy diferente. A partir de la descripción de la alianza de los bolcheviques con los socialistas revolucionarios de izquierda en los primeros meses del régimen soviético, Trotsky dijo que los revolucionarios de izquierda habían sido expulsados del gobierno por su propia iniciativa, y no por la de los bolcheviques [11].

Nada más se dijo sobre este punto. Según lo publicado, la resolución sugiere falta de claridad acerca de la diferencia entre el gobierno de los trabajadores y el gobierno del Partido Comunista.

Un enfoque empírico

La resolución contiene una tipología de los gobiernos de los trabajadores de cinco caracteres. En cada caso, los delegados pensaban en un contexto específico de la siguiente manera:

•  Ilusorio: gobierno liberal de los trabajadores (Gran Bretaña).

• Ilusorio: gobierno socialdemócrata de los trabajadores (Alemania).

• Genuino: gobierno de trabajadores y campesinos (los Balcanes).

• Genuino: gobierno de los trabajadores con la participación de los comunistas (Alemania).

• Gobierno genuino de los trabajadores proletarios (Rusia Soviética) [12].

Zinoviev hizo hincapié, frente a los delegados del Congreso, en que esta lista no estaba completa y que podrían darse otros tipos de gobiernos obreros. Advirtió que “en la búsqueda de una definición científica rigurosa, podríamos pasar por alto el aspecto político de la situación” [13]. En otras palabras, el enfoque de la Comintern no era preceptivo, sino empírico. Su objetivo fue analizar las situaciones de hecho planteadas en la lucha en ese momento.

Para ese entonces, había tres ejemplos anteriores de gobiernos de los trabajadores, ninguno de los cuales encajaba perfectamente en el esquema de cinco puntos:

• La Comuna de París, un electo gobierno revolucionario de los trabajadores en guerra con un régimen burgués todavía existente.

• La joven República Soviética: como se ha señalado, un régimen de coalición sobre la base de obreros y campesinos soviéticos.

• Los gobiernos revolucionarios de Baviera y Hungría en 1919, donde, como Chris Harman y Tim Potter han señalado, “el poder burgués prácticamente colapsó, y el gobierno de los trabajadores entró en vigor, para luego crear la estructura del poder proletario” [14].

La resolución tampoco dijo nada con respecto a los gobiernos que podrían derivar de los países coloniales y semi-coloniales, a partir de la lucha por un frente único antimperialista. Esta pregunta fue planteada con urgencia en China en los años posteriores al Congreso, donde la política errónea de la Comintern resultó una derrota desastrosa. En el año de ese revés, la Oposición Unida en el Partido Bolchevique, liderada por Trotsky y Zinoviev, formuló una propuesta gubernamental para China con base en el arsenal estratégico de los bolcheviques de los años anteriores a 1917: una dictadura democrática y revolucionaria del proletariado y el campesinado [15]. Trotsky pronto repudiaría el concepto. Sin embargo, ésta sigue siendo una de las posibles variantes para el gobierno de los trabajadores y campesinos. 

¿Relevancia a largo plazo?

Ha pasado casi un siglo desde que la Comintern debatió la cuestión del gobierno de los trabajadores. La época revolucionaria que comenzó en 1914 ha pasado, y el mundo se dirige hacia nuevas revoluciones, bajo nuevas condiciones. Hoy en día no hay equivalente a los partidos comunistas de masas de la década de 1920. Las decisiones de la Comintern sobre la política del gobierno tienen sus raíces en un ámbito político que ya no existe.

Podría ser perjudicial emplear las decisiones de la Comintern como plantilla en una realidad muy diferente. La relevancia de las discusiones sobre el gobierno de los trabajadores radica más bien en alertar sobre la posibilidad de que el pueblo trabajador debe luchar por el poder del gobierno, incluso en ausencia de una red del tipo soviético de los consejos de trabajadores.

La decisión del Cuarto Congreso sugiere que los esfuerzos de los trabajadores por formar un gobierno, lejos de representar un obstáculo para la revolución socialista, pueden ser un importante paso de transición hacia su realización. La decisión también esboza las condiciones bajo las cuales un gobierno obrero puede realmente existir dentro de un Estado capitalista, por un período de transición, con resultados positivos.

La posición de la Comintern en sus principios conserva su interés por la lucha por el socialismo en el nuevo siglo. Esto da una buena razón para volver a los debates, dados durante la primera mitad de la década, en la Comintern a través de su niño torpe pero fuerte: el concepto de un gobierno de los trabajadores.

14 de agosto, 2011. Traducción: Pilar Gutiérrez

[1] Daniel Bensaid, 2011, La Politique comme art stratégique, Paris: Éditions Syllepse, p. 69.

[2] John Riddell (ed.), 2012, Toward the United Front: Proceedings of the Fourth Congress of the Communist International, 1922 (hereafter TUF), Leiden: Brill.

[3] TUF, p. 129.

[4] Pierre Broué, 2005, The German Revolution 1917–1923, Leiden: Brill, 369.

[5]TUF, pp. 182, 147.

[6] TUF, pp. 139–40, 167.

[7] TUF, p. 1159

[8] TUF, pp. 266–7..

[9] TUF, pp. 1098–9.

[10]TUF, pp. 243, 1161

[11] TUF, p. 1161, 267, 1003.

[12] TUF, p. 1160–1.

[13] TUF, p. 267–8.

[14] Chris Harman and Tim Potter, “The Workers’ Government,” in International Socialism, February 7, 2007.

[15] Leon Trotsky 1980, Challenge of the Left Opposition, vol. 2, New York: Pathfinder, p. 369.