Sudáfrica: Para resistir la xenofobia es necesario abordar sus causas profundas

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Por Patrick Bond, Durban

10/05/2015 -- Sinpermiso -- En Sudáfrica los símbolos políticos están un día y desaparecen al siguiente, pero la opresiva política económica continua. En la superficie, somos testigos de una explosión de activismo anti-racista entre los sudafricanos más ilustrados – jovenes académicos negros que tratan de romper los restos de poder de un apartheid residual - pero al mismo tiempo, una implosión xenófoba está causando estragos en los estratos socioeconómicos inferiores.

A mediados de marzo, en la Universidad de Ciudad del Cabo (UCT), el estudiante de pregrado de ciencias políticas Chimani Maxwele arrojó un cubo de excrementos a la estatua de Cecil John Rhodes, el gran emprendedor colonial del sur de Africa, catalizando una rebelión contra las estructuras de poder dominadas por blancos en la UCT y otros lugares. Menos de tres semanas después, una revuelta de sudafricanos pobres urbanos en otras dos grandes ciudades del país - Durban y Johannesburgo – escogía como chivo expiatorio un sector igualmente pobre y oprimido: los inmigrantes, en su mayoría de otras partes de África.

Al menos 10.000 personas fueron desplazadas en cuestión de días. Sudáfrica acoge a unos 5 millones de extranjeros que viven junto a sus 53 millones de habitantes. Y el terror ha golpeado a las personas con piel más oscura y que tienen la desgracia de vivir en las zonas de menores ingresos: los asentamientos de chozas en las periferias urbanas o en los albergues para trabajadores emigrantes cerca del centro de las ciudades.

Rhodes cae pero sus fronteras siguen expandiéndose

La campaña #RhodesMustFall nació en la UCT, el principal lugar de reproducción de la clase burguesa de Sudáfrica, con manifestaciones que exigían cambios en los programas de estudio, equidad racial en las cátedras y la dimisión del rectorado de la universidad.Tuvieron éxito rápidamente al menos contra un símbolo elocuente del viejo colonialismo: una enorme estatua del más notorio saqueador inglés de África. La estatua de bronce de Rhodes fue retirada de su lugar de honor en poco más de un mes de protestas y ocupaciones, y almacenada por las autoridades universitarias en un lugar menos visible.

La campaña enfrento a las élites del 1% emergente de la UCT contra el 1% de la vieja estructura de poder. Reapareció la memoria histórica de cómo hizo su fortuna Rhodes con el monopolio de las minas de diamantes, dejando temblando a los comentaristas burgueses y órganos de prensa como Business Day.

Rhodes, después de todo, ayudó a establecer muchos nuevos sistemas de explotación - incluyendo la de la mano de obra emigrante (y el papel de las mujeres en la provisión de mano de obra barata), fronteras ilógicas en Africa, una economía dependiente de la extracción de minerales, la apropiación de tierras, la destrucción del medio ambiente y los bantustanes rurales ultra-subdesarrollados - que persisten hoy en día. De hecho siguen existiendo, a menudo en formas aún más rentables y desarrolladas (trabajo precarios, prerrogativas de las empresas mineras), plenamente respaldadas por los actuales gobernantes políticos y económicos de Sudáfrica, sin importar su color de piel.

Sin embargo, el enfrentamiento de los del 99% con otro sector de ese 99% en los asentamientos de chabolas también asustó al 1% superior de Sudáfrica, principalmente por el fuerte desprestigio de la "marca" nacional, que es una fuente habitual de pánico de las elites. La opinión pública mundial frunce el ceño ante Pretoria y, de manera alentadora, el resto del continente ha aprovechado esta oportunidad, largamente esperada, para canalizar las muchas quejas que alberga contra la potencia hegemónica regional.

En toda África, los medios de difusión y la prensa han recordado al público cómo el rey tribal zulú Goodwill Zwelithini había alentado los pogromos, cuando el 20 de marzo, en una manifestación por la "regeneración moral", se refirió a los inmigrantes como "piojos" y "hormigas": "Sus bienes antiestéticos cuelgan por todas partes en nuestras tiendas, ensucian nuestras calles. No podemos ni siquiera reconocer a quién pertenecen las tiendas, hay extranjeros por todas partes ... Les pedimos a los extranjeros que empaquen sus pertenencias y regresen a sus países".

En solo 10 días, el llamamiento fue seguido por leales zulúes en Durban, incluyendo el hijo del presidente, Edward Zuma (nacido en Swazilandia), quien afirmó que los inmigrantes "son la razón por la que hay tantas drogas en el país" (a pesar de haber sido juzgado por importación de tabaco ilegal y fraude fiscal el año pasado). Con el respaldo de la mayoría de los políticos, Zwelithini primero negó su responsabilidad, quejándose de la mala interpretación de sus palabras por los medios, y se ratificó en que no les deseaba ningún mal a los inmigrantes legales.

Sin embargo, la concentración masiva de 10.000 tradicionalistas zulúes, en su mayoría hombres, en el principal estadio de Durban el 20 de abril resonó con gritos xenófobos y abucheos a los embajadores africanos. Zwelithini dijo en la concentración que quería poner fin a la violencia.Pero para lograrlo se requiere mucho más: finalmente el Presidente Zuma desplegó el ejército en los lugares más conflictivos de Durban y Johannesburgo la noche siguiente, ante la incompetencia de la policía.

Reacción

La farsa detrás de la imagen de la "nación arco iris" quedó al descubierto, como ocurrió en 2008 y 2010, cuando la xenofobia también alcanzó proporciones críticas. Pero hace muchos años que el resto del continente ya conoce a los depredadores sudafricanos.Las quejas incluyen a las compañías mineras de Johannesburgo, las cadenas de comercio minoristas, las empresas de telefonía móvil y las cerveceras, así como lo difícil que es conseguir un visado para visitar Sudáfrica, especialmente a los ciudadanos de Kenia y Nigeria, las dos principales potencias anglófonas competidoras en el continente.(La reciprocidad diplomática es una de las razones.)

El disgusto popular en toda África por lo poco que el Estado sudafricano estaba haciendo para proteger a los inmigrantes ha sido especialmente fuerte en los lugares de origen de los refugiados: Kenia, Malawi, Mozambique, Nigeria, Swazilandia, Zambia y Zimbabwe. En muchas capitales de África, el 99% se ha alineado con manifestaciones, protestas y boicots contra el 1% del África sub-imperialista.

En más de una docena de ocasiones, los objetivos han sido las embajadas de Sudáfrica y las empresas filiales y los comercios que transfieren sus ganancias a las corporaciones de Johannesburgo. En algunos casos, como las tiendas sudafricanas que Walmart utiliza para penetrar en África, los beneficios van más lejos aún. En los campos de gas natural de Mozambique, más de 300 trabajadores sudafricanos empleados por la empresa petrolera Sasol tuvieron que volver a su país por las protestas de los residentes locales ante la falta de contrataciones locales de la empresa.

En Durban y Johannesburgo, la resistencia de los inmigrante al lumpen-proletariado proto-fascista es desigual. En Durban, los inmigrantes congoleños, nigerianos y de Zimbabwe del centro de la ciudad intentaron manifestarse de forma no violenta contra la xenofobia, pero fueron brutalmente disueltos por la policía municipal el 8 de abril.

Como resultado, cientos de inmigrantes se armaron y se enfrentaron brevemente con la policía y las turbas xenófobas en la zona del paseo marítimo de Durban a los pocos días, a sólo unas pocas cuadras del acuario y del parque acuático de fama mundial que son el orgullo de la ciudad. Algunos incluso amenazaron con una guerra de guerrillas urbana.En Hillbrow, una zona del centro de la ciudad de Johannesburgo, la densidad demográfica de los inmigrantes fue demasiado intimidante y contuvo a las turbas (en su mayoría zulúes) que partían de los albergues de trabajadores cercanos.

Pero en los sitios con menor concentración inmigrante de los asentamientos de chabolas, sobre todo en la periferia residencial de Durban, hubo ataques xenófobos en varias ocasiones. Incluso ahora, casi un mes más tarde, sigue siendo inseguro para la mayoría de los inmigrantes regresar a sus hogares y negocios. Como resultado de esta situación de peligro, más de 1.000 inmigrantes han sido repatriados voluntariamente a los países vecinos. No hay nada más trágico que ser testigo de los autobuses de larga distancia que parten cargados desde los campos de refugiados, llenos de personas traumatizadas que lo han perdido todo.

La Sudáfrica del 1% no lo entiende

Sin embargo, los dirigentes estatales de Sudáfrica han demostrado en repetidas ocasiones que no han comprendido ni interiorizado de verdad las razones de la crisis.El 24 de abril, el presidente Jacob Zuma declaro ante varios grupos de inmigrantes, que la superioridad moral de Sudáfrica se mantiene intacta. El mismo día, el secretario general del Congreso Nacional Africano (ANC), Gwede Mantashe, el partido que apoya al gobierno, se volvió a hacer eco de una sugerencia polémica: "campos de acogida de refugiados para asegurarse de que todos los que vienen a Sudáfrica se ha registrado, sus solicitudes son tramitadas e investigadas", aunque admitió:"Ya sé que la idea ha sido atacado con saña".

También ese día, la viceministra de policía Maggie Sotyu reveló hasta que punto las élites de Sudáfrica se encuentran preocupadas, cuando declaró: "Hay cosas peores que suceden en otros países, pero nunca las verá reflejadas en los medios. Los medios de comunicación son parte de la comunidad, así que, por favor, deben estar sesgados a favor de Sudáfrica".

Estos comentarios reflejan la vergüenza pública generalizada del gobierno de Zuma y su actitud defensiva. De hecho, Zuma inicialmente hizo muy poco para resolver o incluso atemperar la situación. Los anuncios anti-xenofóbicos del gobierno en los medios de comunicación, las manifestaciones, los discursos y las campañas apoyados por el Estado no tienen en cuenta el aspecto principal: los jóvenes empobrecidos que llevaban a cabo los ataques tienen poca paciencia para monsergas moralistas.

Por un lado, algunas organizaciones no gubernamentales y líderes religiosos de clase media han proporcionado ayuda vital de emergencia a los campamentos de refugiados;junto con algunos líderes sindicales, sus manifestaciones contra la xenofobia durante el mes de abril brevemente ha recuperado espacios centrales de las ciudades. Por otro, los políticos moralistas pequeño-burgueses y los comentaristas públicos no tenían forma alguna de hacer llegar sus mensajes al lumpen-proletariado.Una de las razones: la incapacidad de analizar, y mucho menos abordar, las condiciones subyacentes.

La competencia por los puestos de trabajo, la vivienda y los pequeños comercios

Los inmigrantes procedentes del resto de África y de Asia (especialmente Pakistán, Bangladesh, India y China) que buscan trabajo suelen ser varones jóvenes con contactos que les dan entrada a las zonas residenciales, a veces al empleo informal, y a veces incluso a la gerencia de pequeñas tiendas y almacenes.Debido a que sus esposas e hijos se suelen quedar en sus lugares de origen, los emigrantes varones pueden aceptar temporalmente salarios mucho más bajos que los residentes locales, que por lo general deben apoyar a familias más grandes.

También pueden ahorrar dinero al hacinarse en pequeños apartamentos del centro de la ciudad o chabolas en los asentamientos - a menudo duermen en turnos - lo que hace que suban los alquileres. Empresarios o terratenientes sin escrúpulos aumentar su propio poder con la amenaza de denunciarlos a las autoridades como inmigrantes ilegales, utilizando este chantaje para sobre-explotarlos, sobre todo en las granjas agrícolas para evitar el pago de salarios.

Otra de las causas estructurales de la xenofobia es la excesiva competencia del comercio minorista: "overtrading".Esto es consecuencia de que los inmigrantes - especialmente de Somalia, Etiopía, Pakistán y Bangladesh – obtienen créditos colectivos en sus países de origen a través de sus familias y actúan asociados como mayoristas ante los proveedores. Así socavan fácilmente los bazares de los residentes locales, y han extendido sus operaciones con éxito a casi todos los rincones de Sudáfrica.

Las batallas intestinas entre pequeños capitalistas pronto pasan de la guerra de precios a la intimidación física, sobre todo contra las tiendas de inmigrantes.Decenas de "protestas por falta de servicios" de las comunidades contra sus gobiernos municipales se han convertido en motines de saqueo xenófobos contra los inmigrantes.

Las causas fundamentales de este problema sólo pueden resolverse mediante la reorientación de los recursos del Estado para satisfacer necesidades (como la vivienda) y crear puestos de trabajo. Se podría aumentar los impuestos sobre los beneficios de las empresas y reasignar una parte de los grandes presupuestos de proyectos de infraestructura que son en realidad elefantes blancos: 30 mil millones de Rands para el ferrocarril de exportación de carbón, un nuevo (innecesario) puerro en Durban por valor de 25.000 millones, 100 mil millones para reactores nucleares y similares. Sin un ataque masivo contra la desigualdad, continuará la degradación diaria de la vida del 54% de los sudafricanos que están por debajo del umbral de la pobreza.

El Gobierno del ANC de Zuma es responsable no sólo de las políticas neoliberales, pro-empresariales, de reestructuración de puestos de trabajo, sino también de endurecer las regulaciones de inmigración en los últimos años, que obliga a los refugiados a vivir en una permanente ilegalidad. Zuma ha continuado las políticas sub-imperiales de sus predecesores en la región con el fin de obtener contratos para las empresas favorecidas, incluyendo un acuerdo petrolero por valor de 10.000 millones de Rands mediado por su sobrino en el este de la RDC, no lejos de donde 1.600 soldados del ejército de Sudáfrica están desplegados rebeldes convertidos en competidores.

Zuma continua dando apoyo fraternal a regímenes represivos en la región, como el de Robert Mugabe en Zimbabwe, el monarca tirano de Swazilandia, Mswati y el régimen corrupto del congoleño Joseph Kabila. El resultado son más refugiados.

¿Qué presión puede revertir las causas profundas?

Los meros llamamientos a "ser buenos" y las manifestaciones no están teniendo ningún efecto en las causas profundas de la xenofobia o en las políticas estatales. ¿Qué se necesita para cambiar el enfoque del gobierno de Zuma? ¿Qué palancas pueden aprovechar los activistas?

El factor más evidente en las últimas semanas es el daño a la reputación del país (que afecta incluso al turismo) que el gobierno y las grandes empresas están percibiendo.Al parecer, solo un perjuicio de este tipo puede obligar a Zuma a actuar.

Como escribió Bandile Mdlalose, del Movimiento Justicia Comunitaria, en Pambazuka, la principal publicación electrónica del continente, "La sociedad civil en Durban debería considerar la posibilidad de una campaña de boicot". Siendo Durban la única ciudad candidata para los Juegos de la Commonwealth de 2022, defiende que uno de los objetivos podría ser oponerse "a la decisión de la Commonwealth, que se espera el próximo 2 de septiembre, de otorgar los Juegos de 2022 a nuestra ciudad, que no lo merece". Las autoridades de Durban dicen que también presentarán su candidatura a los Juegos Olímpicos de 2024.

Los manifestantes en muchos otros países están emplazando a Sudáfrica también de esta manera, con el fin de obligar al régimen de Pretoria a que adopte políticas más humanas. La cuestión es si, enfrentados a los políticos del ANC, las grandes empresas locales y el rápido crecimiento del etnicismo tribalista zulú, los aturdidos sectores progresistas de Sudáfrica pueden participar en el debate pasando de una mera retórica moralizante a solidarizarse codo con codo con los manifestantes en otras partes de Africa y los inmigrantes.

[Patrick Bond es director del Centro para la Sociedad Civil de la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban.]

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

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