Hay vida después de Sanders: en busca del futuro político del movimiento
[Original article in English here]
Por Dan La Botz
July 13, 2016 – Links International Journal of Socialist Renewal traducción por Viento Sur – El ambiente entre los 3 000 seguidores de Bernie Sanders reunidos el pasado fin de semana en el McCormick Place de Chicago rezumaba un optimismo improbable. Muchas de las personas que intervinieron proclamaron, entre vítores de la multitud, que el movimiento había triunfado, a pesar de que Hillary Clinton, la probable candidata oficial del Partido Demócrata, haya obtenido la mayoría de los votos populares y cuente con el apoyo de la mayoría de delegados y superdelegados, además del respaldo del presidente Barack Obama, del vicepresidente Joe Biden y de la senadora Elizabeth Warren. Esta paradoja –entre la creencia del movimiento de Sanders de que hemos logrado algo muy importante y la clara victoria de Clinton en las primarias– marca el contexto contradictorio de esta conferencia de gentes, yo entre ellos, progresistas, radicales y socialistas que buscan una vía hacia el futuro.
Visión – ni organización, ni estrategia
En el cavernoso centro de convenciones de McCormick Place, las sesiones plenarias de la Cumbre Popular se celebraron en una sala enorme, suficiente para albergar a 3 000 personas sentadas junto a grandes mesas redondas, con varias pantallas de gran tamaño que mostraban la imagen de las y los oradores. La conferencia parecía un congreso sindical o político, y prácticamente cada minuto del orden del día estaba organizado y planeado hasta el último detalle; la lista de oradores y los coloquios estaban programados para cubrir cada sesión. Los participantes podían acceder a la información y responder a las consultas mediante una aplicación creada para la ocasión. Este formato ofrecía un espacio muy limitado para el debate, salvo en las pocas discusiones de mesa y los descansos. Y tampoco hubo espacio para la espontaneidad y la creatividad, ni para formular propuestas. Si el movimiento Occupy había inspirado al movimiento de apoyo a Bernie, desde luego no inspiró esta Cumbre.
Hubo un contraste, por no decir choque, de culturas políticas cuando los liberados y afiliados del Sindicato Unificado de Enfermería (National Nurses United, NNU) y la comunidad y los cuadros de People’s Action (Acción Popular) sometieron a los activistas de base del movimiento de Sanders a un orden del día rígidamente estructurado. Pero incluso en este marco cundió un espíritu de independencia. Los “sanderistas” que habían acudido desde todos los rincones del país, de California a Nueva York, de Minnesota a Texas, con una media de edad de unos 40 años –muchos de cincuenta y sesenta años y montones de jóvenes, y alrededor de un 15 % de gente de color– seguían, pese a la patente derrota de Sanders, llenos de entusiasmo y deseosos de seguir adelante con la “revolución política” y la lucha contra la “clase milmillonaria”.
Aunque la conferencia reflejó la amplitud de perspectivas del movimiento de apoyo a Sanders y ofreció oportunidades para el debate y la participación, nunca se concibió, para decepción de alguna gente, como una asamblea democrática capaz de tomar decisiones. Fue un intento de reflexionar sobre el movimiento y de plantear algunas ideas políticas más radicales, pero no pretendió formular una orientación de cara al futuro y tampoco lo hizo. Se trataba de materializar una visión, no una organización ni una estrategia.
¿Votar por Hillary? ¿Apoyar a candidatos progresistas? ¿Construir el movimiento?
A lo largo de toda la conferencia, muchas de las personas que hablaron en el pleno dieron a entender –pese a no manifestarlo abiertamente– que debíamos votar por Hillary, apoyar a los candidatos de Bernie y construir el movimiento. Sin embargo, no estaba claro que todo el mundo iba a seguir el consejo. Cuando Dominique Scott, una estudiante de la Universidad de Misisipi, dijo en el pleno que ni Trump ni Clinton representaban a su movimiento ni sus valores –dando a entender que ella no votaría por Hillary–, hubo una gran ovación y gritos de apoyo. Muchos de los presentes no votarán por Hillary o en todo caso votarán por ella prácticamente contra su voluntad y saldrán del colegio electoral con un profundo sentimiento de indignación con el Partido Demócrata que los ha puesto en semejante aprieto.
Para plantear alternativas, algunos de los intervinientes propusieron que al margen de si uno vota o no a favor de Hillary, habría que apoyar a los candidatos de Bernie –quien afirma ahora que son 7 000– y a otros candidatos locales progresistas o, si los activistas lo prefieren, trabajar en los movimientos. La campaña de Sanders preconiza desde el principio el voluntariado, la autonomía y la confianza en que los activistas harán lo correcto, y este sentimiento también prevaleció en la Cumbre. A nadie le dijeron qué debía hacer a continuación, y esto supone tanto una fortaleza como una debilidad.
En una conferencia como esta, que no es el congreso fundacional de nada, el espíritu y el significado solo pueden captarse en las intervenciones de los oradores, las respuestas del público, los debates en los grupos, las mesas redondas organizadas entre los participantes y las conversaciones en los pasillos. No hay manifiesto ni proclama, no hay mociones ni resoluciones, de modo que lo que nos interesa es cómo suena el espíritu que reina en las salas y los pasillos, que nos rodea y que se abre camino, ora ágilmente, ora con torpeza, hacia el futuro. Así que ¿qué aspecto tenía, cómo se sentía y cómo sonaba ese “espíritu”?
Confluencia de movimientos
La Cumbre reflejó la realidad del movimiento a través de la diversidad de las intervenciones sobre todas las cuestiones importantes de nuestra sociedad: racismo, patriarcado, el movimiento LGBTI , el trabajo y los problemas medioambientales, ante todo la economía basada en el carbono y el cambio climático. Los organizadores de la conferencia trataban sin duda de transmitir a los “sanderistas” la idea de que hace falta que todos los movimientos sociales confluyan para crear un único movimiento político más amplio que propugne un programa de conjunto por el cambio social, una idea que sugiere la necesidad de crear un partido político, aunque las cosas no iban por ahí.
La sesión plenaria de la noche del viernes la abrió RoseAnn DeMoro, directora ejecutiva del sindicato de enfermería NNU, el principal patrocinador de la Cumbre, cuya intervención, aparentemente inspirada en el joven Karl Marx y en David Harvey, pero formulada de la manera sencilla de alguien que se dedica todo el rato a hablar a enfermeros y enfermeras, se centró en cómo la economía política neoliberal ha destruido la humanidad de nuestra sociedad y ha puesto todo en venta, convertido todo en mercancía, no solo nuestro trabajo o nuestro consumo, sino incluso nuestro ocio. Su discurso sobre el neoliberalismo y el impacto del mismo en la economía fue sin duda el comentario más sofisticado sobre economía política que ha pronunciado un líder sindical en muchas décadas. Y DeMoro también dedicó un momento a mencionar que “los socialdemócratas suelen ser mala gente, normalmente te dejan en la estacada cuando piensas que están contigo, o sea, mucho cuidado” y que habíamos aprendido mucho en esta campaña sobre la “corrupción política generalizada en el Partido Demócrata”.
Juan Gonzalez, coorganizador de Democracy Now!, presentó acto seguido a los oradores y explicó su propia experiencia de cuando asistió, como activista estudiantil en la Universidad de Columbia, a la Convención del Partido Demócrata en 1968, en una época en que “el país parecía estar al borde de una guerra civil”. “Los del SDS[1] se negaron a votar”, dijo Gonzalez. “No quisimos apoyar a McCarthy. No quisimos votar por Humphrey. Nuestro lema era ‘Vota con los pies. Vota en la calle’. Quiero deciros que el lema era correcto, pero la táctica no. Retrospectivamente, no habría habido un cambio sustancial, pero sí habría habido un cambio positivo si no hubiera salido elegido Richard Nixon. Espero que aprendamos de nuestros errores, una nueva generación aprende de los errores del pasado.” El comentario de Gonzalez, que implicaba que hay que votar por Clinton, marcó la pauta de las intervenciones, pero el público no estuvo necesariamente de acuerdo. Cuando al final preguntó “¿Adónde vamos? ¿Reformamos? ¿Transformamos? ¿O derribamos y sustituimos por otra cosa?”, los miles de personas del auditorio corearon la última frase. Se tomaban en serio la idea de “revolución política”.
Naomi Klein, autora de La doctrina del shock y de Esto lo cambia todo, afirmó que era muy significativo que las enfermeras, que se dedicaban durante toda la vida a cuidar y curar a las personas, en el polo opuesto de la economía mercantilizada, tuvieran que encabezar este movimiento político y social. Tanto ella como la activista y actriz Rosario Dawson sugirieron que muchos de los presentes estaban relamiéndose de las heridas sufridas en las primarias y que las enfermeras estaban ayudando a curarlas. No solo curan a sus pacientes, exclamó Klein ante la muchedumbre, sino que gracias al patrocinio de esta conferencia estaban haciendo avanzar una acción humanitaria que podía curar las heridas del planeta y de nuestra sociedad. La alternativa al neoliberalismo, dijo Klein, es la esencia “holística y común” de nuestro movimiento. Explicó que la campaña de Sanders ha planteado la idea del socialismo, ha “empujado a Hillary a la izquierda y obligado a Donald Trump a hablar del libre comercio”.
John Nichols dijo a los “sanderistas” –sin explicar ni cómo ni por qué– que el movimiento “irá a más”. Adujo el viejo argumento de que Eugene Debs y Norman Thomas, candidatos del Partido Socialista, se habían presentado varias veces a las elecciones presidenciales, defendiendo las ideas del socialismo, de modo que cuando el Demócrata Franklin Delano Roosevelt resultó elegido a la Casa Blanca, muchos de sus programas socialistas se convirtieron en política gubernamental. “Siempre ganamos porque siempre vamos a más”, concluyó Nichols con grandilocuencia y alzando la voz al doble del volumen de los demás oradores. No tuvo en cuenta el contraargumento igual de venerable de que Roosevelt salvó el capitalismo y llevó al país a la segunda guerra mundial; de que el gobierno, el capital y el trabajo se fusionaron en uno durante el conflicto y resurgieron del mismo en una asociación que creó el sistema de dominación capitalista a que nos enfrentamos ahora. Claro que dijo demagógicamente al público lo que este quería escuchar, a saber, que habíamos ganado y que seguiríamos triunfando, supuestamente forzando a Clinton a poner en práctica nuestro programa, del mismo modo que otra generación había forzado a Roosevelt a hacerlo.
Este fue también el punto de vista de Frances Fox Piven, profesora de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y autora, junto con Richard Cloward, del famoso libro Poor People’s Movements: Why they Succeed, How they Fail (1977). Defendió, como desde que se publicó el libro, que la gente vote al Partido Demócrata, pero construya un movimiento capaz de imponer un programa de reformas. “Necesitan que cooperemos”, señaló. “Hemos de amenazar con no cooperar”. Es esta opinión la que diferencia su perspectiva de la del pequeño número de militantes de extrema izquierda que asistían a la reunión y que, como yo mismo, no están interesados en “amenazar” y “cooperar” alternativamente con un partido del capital, sino en construir un partido de los trabajadores capaz, como dijo Juan Gonzalez, de “derribar y sustituir” el orden económico y político existente.
Aunque en su mayoría reflejaban la realidad del movimiento, los oradores también plantearon algunas ideas que no habían formado parte de la plataforma de Sanders y que tal vez eran nuevas para muchos de los “sanderistas”. Tobita Chow, de People’s Lobby, por ejemplo, se mostró en desacuerdo con la propuesta de Sanders de trocear los grandes bancos, defendiendo que en vez de ello se nacionalicen los bancos y otras grandes empresas. Necesitamos, dijo, el “control democrático” del sector financiero y de otras empresas. Asimismo propuso que el movimiento de Sanders se considere parte de un movimiento mundial de la clase trabajadora contra el neoliberalismo, y que se alíe con los trabajadores de Bangladesh, Vietnam y China.
Hacer política
Hablaron algunos cargos electos: Jesus “Chuy” Garcia, miembro de la Comisión del condado de Cook; Nina Turner, ex senadora del Estado de Ohio, y Tulsi Gabbard, diputada al Congreso por Hawái. Mientras que Garcia y Turner, cada uno a su manera, expusieron posiciones progresistas sobre cuestiones políticas actuales, Gabbard introdujo una cuestión nueva en la conferencia, criticando duramente y condenando el papel de EE UU en Iraq, y su potente discurso antiintervencionistas estuvo en línea con la condena por parte de Sanders de los intentos de cambiar los regímenes desde fuera y se centró particularmente en la firme oposición a toda iniciativa militar en EE UU en Siria. Sin embargo, el problema que oculta todo esto es que Gabbard es islamófoba: está a favor de Israel, de Sisi (Egipto), de Asad (Siria) y de Modi (India).
Durante la conferencia, los representantes de People’s Action, muchos de ellos dirigentes de ONG (caritativas y de bienestar social, así como comités locales de apoyo electoral) propugnaron la idea de que el futuro del movimiento está en el apoyo a candidatos locales. Aparentemente se refieren al apoyo a candidatos Demócratas, pero las elecciones a cargos de nivel inferior también atraen a toda clase de activistas, ecologistas, sindicalistas, LBGTQ y negros que combaten el sistema carcelario. Algunos pueden retomar la propuesta y apoyar a candidatos independientes o socialistas, como ocurrió en la última elección en Chicago, donde se presentaron varios maestros de escuela y donde un activista de la comunidad latina, Jorge Mujica, se presentó como candidato socialista.
Las ausencias
Una ausencia sorprendente fue la del Chicago Teachers Union (Sindicato de Enseñantes de Chicago, CTU), uno de los sindicatos más combativos del país, cuya huelga hace unos años y cuyas continuas manifestaciones masivas siguen enfrentándole con el alcalde Rahm Emmanuel y el establishment político y empresarial de la ciudad en torno a la cuestión de si el dinero ha de destinarse a los niños o a los bancos. Los organizadores de la conferencia invitaron a la presidenta del CTU, Karen Lewis, pero esta tenía otros compromisos, y entonces ya no intentaron negociar con la dirección del sindicato para hacerle un hueco en la Cumbre. Así que este sindicato estuvo ausente, aunque sin duda sí asistieron algunos maestros de Chicago.
También resultó curioso que el sindicato Communications Workers of America (Trabajadores de Comunicaciones de EE UU, CWA), que había manifestado su apoyo a la campaña de Sanders, tampoco patrocinara la reunión ni participara en ella como tal. Después de todo, el CWA es otro sindicato combativo que acaba de protagonizar una huelga de 18 días contra Verizon. Los enfermeros de la NNU se sumaron a los piquetes del CWA durante la huelga, pero por alguna extraña razón, las y los trabajadores de Verizon no se apuntaron a la Cumbre. Si además de los enfermeros hubieran estado presentes algunos centenares de maestros de Chicago y otros tantos miembros del CWA, la reunión habría tenido un cariz diferente.
Hubo una reunión del grupo "Trabajadores por Bernie", aunque se convocó a última hora y tuvo lugar a las siete de la mañana del domingo, siendo prácticamente un acto aislado. La cuarentena de dirigentes sindicales que asistieron hablaron de planes para el futuro, en especial sobre la creación de organizaciones políticas locales. Una vez Sanders ha quedado fuera de la carrera, nadie duda de que incluso los seis sindicatos nacionales que le apoyaron y los seis que se vieron presionados para que no apoyaran a nadie acabarán respaldando, junto con el resto del movimiento sindical, a Clinton. Claro que entre los sindicalistas que apoyan a Bernie y el resto del movimiento, no todos irán por ese camino. Chuck Zlatkin, asesor ejecutivo del presidente del American Postal Workers Union (Sindicato de Trabajadores de Correos, APWU), dijo que “la AFL-CIO[2] se ha convertido en un apéndice del Partido Demócrata y nuestros miembros están tan hartos de los Demócratas como de los Republicanos. Ninguno de los dos partidos nos sirve. Después de Bernie, ¿cómo creamos un partido de la clase obrera –porque somos el movimiento obrero–, tanto si es un tercer partido como un partido obrero o un partido del 99 %?”
"Trabajadores por Bernie" ha creado una impresionante red sindical a escala nacional de apoyo a Sanders. Muchos miembros del grupo esperan que sea capaz de impulsar la continuación de la “revolución política” implicando significativamente al movimiento obrero. Este objetivo más amplio será sin duda mucho más difícil.
La extrema izquierda en la Cumbre Popular
La debilidad de la extrema izquierda en la Cumbre saltaba a la vista. Democratic Socialists of America (DSA) estuvo representado por un centenar de miembros en la conferencia –muchos de ellos nuevos militantes jóvenes– y organizó una reunión de varias horas de duración antes de que comenzara el evento. El principal objetivo de DSA era incorporar a estos nuevos militantes a la organización y tener una presencia, pese a no ofrecer propuestas estratégicas sobre el futuro del movimiento.
Kshama Sawant, concejala del ayuntamiento de Seattle, estuvo presente, pese a que su grupo, Socialist Alternative, que se había implicado mucho en la campaña de Sanders, solo hubiera enviado a un puñado de miembros y no visibilizara tanto su presencia como en otras ocasiones. Sin embargo, celebraron al margen de la conferencia lo que pareció ser una reunión no oficial de unas 20 o 30 personas para discutir sobre alternativas a Hillary. La International Socialist Organization (ISO), que no había apoyado a Sanders en las primarias, instaló un puesto de información y envió a unos pocos miembros, pero no tuvo ninguna intervención organizada en la conferencia. Hubo miembros de otros grupos de izquierda, como el Communist Party USA y Solidarity, aunque no tuvieron una presencia organizada.
DSA tomó la iniciativa de organizar una reunión sobre el “socialismo democrático en una nueva época”, en la que debían intervenir, además de Sawant, Bhaskar Sunkara de Jacobin magazine y Debbie Medina de Brooklyn, miembro de DSA que se presenta candidata al Senado del Estado de Nueva York. Medina cayó enferma y fue sustituida por Frances Fox Piven. Sunkara explicó que deberíamos basarnos en la rica tradición socialista para desarrollar un programa político y construir un movimiento socialista amplio. Y mientras Sawant reclamó una acción política independiente, habló también de la petición de su grupo a Bernie de que se presentara como candidato independiente a la elección presidencial, y planteó la alternativa de Jill Stein, del Partido Verde, Piven opinó que la gente debía votar a Hillary y tratar de construir un movimiento que esta no pudiera ningunear. Cuando entraron en el debate otros grupos socialistas, la cosa se puso quisquillosa y, tal como me dijo un joven, por desgracia acabó “con una nota amarga”.
¿Y ahora qué?
Los organizadores de la Cumbre no quisieron proponer ninguna forma organizativa para llevar adelante el movimiento, pese a que los activistas lo deseaban fervientemente, pero se plantearon propuestas en varios momentos de la conferencia. En la reunión aparte sobre política independiente, Bob Master, figura destacada tanto del CWA como el Working Families Party (Partido de las Familias Trabajadoras), propuso que NNU y las demás organizaciones patrocinadoras crearan una coordinadora nacional. En la reunión regional de Nueva York, Nancy Romer, activista sindical y ecologista, dijo que necesitamos crear una alianza de organizaciones y lanzar un par de campañas nacionales, quizás sobre cuestiones tales como los derechos de los votantes o la reforma de la financiación de las campañas electorales.
Todos reconocemos que con cada nueva efeméride política –la Convención del Partido Demócrata, la elección de un nuevo presidente, la toma de posesión del nuevo presidente–, lo más probable es que el movimiento vaya perdiendo cohesión, energía y adherentes. En todas partes se reclamaba una organización nacional, pero nadie sabe si esto va a ocurrir o no. La Cumbre Popular no marcó el camino a seguir, y tal vez la alternativa surja de las demandas de la convención de Filadelfia y las protestas en el exterior[3].
Dan La Botz es coeditor de la revista New Politics y miembro de Solidarity y DSA. Apoya a Jill Stein, del Partido Verde, en la elección presidencial.
Notas:
[1] Students for a Democratic Society (Estudiantes por una sociedad democrática, SDS) fue un movimiento estudiantil radical en EE UU en la segunda mitad de la década de 1960.
[2] AFL-CIO es la principal confederación de sindicatos de EE UU, formada en 1955.
[3] La Convención Nacional del Partido Demócrata, que proclamará la candidata a la elección presidencial, tendrá lugar del 25 al 28 de julio en Filadelfia.