¿Es posible que una improbable alianza entre la izquierda y la derecha detenga la Revolución Ciudadana de Ecuador?
Ecuador volverá a las urnas el 2 de abril después de que la primera vuelta de las elecciones presidenciales no otorgara una victoria decisiva a Lenín Moreno, el candidato dispuesto a continuar la “Revolución Ciudadana” del saliente presidente Rafael Correa, que ha favorecido a los pobres.
Ahora Moreno se enfrenta al reto de conseguir que Ecuador no se sume a la lista de países de la región en los que la izquierda ha perdido recientemente las elecciones.
A pesar de derrotar a su rival más próximo por más de un millón de votos, Moreno no llegó a alcanzar el 40% de los votos necesarios para conseguir la victoria directa en la primera vuelta, celebrada el 19 de febrero, quedándose en un 39,36%.
Moreno se presentó como candidato de Alianza PAIS, partido fundado por Correa con el que alcanzó su primera victoria en las elecciones presidenciales de 2006. Economista radical y candidato sorpresa, Correa alcanzó el poder gracias al apoyo de lo que él denominó una Revolución Ciudadana contra las élites políticas.
Los orígenes de este proceso político se remontan a las revueltas populares predominantemente indígenas que sacudieron el país desde inicios de los noventa y derribaron a diversos presidentes a lo largo de la siguiente década y media.
La elección de Correa fue un tremendo golpe para la corrupta clase política del país. Supuso la incorporación de Ecuador a las filas entonces crecientes de gobiernos de izquierdas y progresistas en la región. Como presidente, Correa promovió la unidad antiimperialista y la integración regional.
También puso en marcha algunas demandas fundamentales de los movimientos sociales, incluyendo el cierre de la base militar estadounidense en el país, el impago de la deuda externa ilegítima y el inicio de un proceso que llevaría a una nueva constitución que reflejara las aspiraciones progresistas de la mayoría.
Gracias a sus programas destinados a la redistribución de la riqueza, particularmente en el sector petrolero, y al hecho de duplicar el gasto social del gobierno, a lo largo de los 10 años de mandato de Correa el índice de pobreza experimentó una reducción sin precedentes (del 38%) y el de pobreza extrema todavía mayor (un 47%).
Aunque Correa mantiene su popularidad, declinó la posibilidad de presentarse a un tercer mandato para facilitar una transición del liderazgo. Hizo una fuerte campaña a favor de Moreno, un activista en silla de ruedas por los derechos de los discapacitados que le acompañó como candidato a la vicepresidencia en las campañas electorales de 2006 y 2009.
Sin embargo, el apoyo de Correa no le sirvió para hacerse con el cargo en la primera votación. Ahora deberá enfrentarse al candidato del partido CREO (Creando oportunidades), el derechista banquero millonario Guillermo Lasso, que consiguió el 28,09 de los votos.
En la década de los noventa, Lasso fue nombrado gobernador de Guayas por el entonces presidente neoliberal Jamil Mahuad y sirvió brevemente en el cargo hasta que Mahuad fue derrocado por un levantamiento popular. Lasso ya ha declarado su intención de implementar una serie de medidas de austeridad contrarias a la política favorecedora de los pobres y dar marcha atrás a sustanciales beneficios sociales logrados por el gobierno de Correa. Por ello, no es sorprendente que la oposición de derechas al completo le haya dado su apoyo en la segunda ronda, con la esperanza de asestar un duro golpe a la Revolución Ciudadana.
En la primera ronda, la derecha se presentó dividida: una parte respaldó a Lasso y otra a la candidata del Partido Social Cristiano (que consiguió el 16,32% de los votos). No obstante, esta división estaba más relacionada con la base social regional de cada candidato que con grandes diferencias políticas. Estas diferencias quedarán a un lado para conseguir bloquear la victoria de Moreno.
También es probable que varios de los otros cinco candidatos presidenciales manifiesten su apoyo a Lasso. Pero lo que resultará fundamental para la victoria es el apoyo de uno de ellos, Paco Moncayo, y de sus seguidores. Moncayo, antiguo general del ejército y perteneciente al partido Izquierda Democrática, de centro izquierda, consiguió el 6,71% de los votos al presentarse con el Acuerdo Nacional por el Cambio, una alianza que incluye diversos partidos de izquierda opuestos a Correa, incluyendo al partido indigenista Pachakutik y el Partido Comunista Marxista-Leninista de Ecuador, entre otros.
Aunque Izquierda Democrática ha afirmado que no apoyará oficialmente a ninguno de los candidatos, dando a sus militantes libertad de voto, Moncayo declaró el 7 de marzo que votaría a Lasso en la segunda vuelta, al ser “la única oportunidad para librarse de Correa”.
El Consejo Político de Pachakutik adoptó una postura similar el 2 de marzo, afirmando que se oponía a apoyar “más de lo mismo”, por lo que respaldaría a Lasso en la segunda vuelta, aunque hay divisiones sobre si hacer un llamamiento explícito para votar por Lasso o no.
Los líderes de algunas organizaciones indígenas y confederaciones sindicales ecuatorianas se han expresado de manera similar.
La CONAIE, Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, continúa debatiendo su postura oficial desde las bases, pero el 23 de febrero una declaración emitida tras un encuentro nacional de líderes daba la impresión de que habían descartado el respaldo a Moreno.
La declaración se hacía eco de los sentimientos expresados el día anterior por Carlos Pérez Guartambel, presidente de la mayor organización afiliada a la CONAIE, Ecuarunari, que dijo: “Es preferible un banquero a una dictadura”. Esta postura ha sido igualmente respaldada por declaraciones del dirigente de la CONAIE Jorge Herrera que, sin declarar su apoyo abierto por Lasso, dijo que no apoyarían el voto a Moreno, ni el voto en blanco ni el nulo. Los presidentes de dos confederaciones sindicales nacionales (Ceols y FUT), declararon en una conferencia de prensa celebrada el 8 de marzo que ellos tampoco apoyarían el voto por Moreno, ni el voto en blanco o nulo, porque “ambos beneficiarían al gobierno de Rafael Correa”.
Estas posturas reflejan claramente el giro que se ha producido en algunos movimientos sociales, que han pasado de un apoyo crítico a Correa a una oposición abierta. Este proceso ha dejado aparentemente abierta la puerta a alianzas tácitas con la derecha.
Todo ello es el resultado de años de conflicto irreconciliable entre el gobierno y ciertos dirigentes de los movimientos sociales sobre cuestiones fundamentales, como el control de los recursos naturales, la autonomía indígena y el respeto a los líderes electos de los movimientos indígenas y sociales.
No cabe duda de que el gobierno tiene la culpa en muchos casos, especialmente en su hostilidad hacia los líderes del movimiento indígena. Este fue un factor influyente en el aumento de votos a los candidatos de la derecha por parte algunas comunidades indígenas, particularmente en la región del Amazonas.
También es cierto que muchos de estos líderes han ido perdiendo el apoyo de sus propias bases debido a su oposición a un gobierno que muchos consideraban estaba de su lado. Esta división queda demostrada por el fuerte respaldo que Moreno ha recibido por parte de grupos indígenas y sindicatos locales y regionales. Más de 1.200 de dichas organizaciones ya han declarado su apoyo a Moreno.
Todo indica que la segunda vuelta va a ser muy reñida y el ambiente está tenso. Si el resultado es ajustado, la oposición clamará que ha habido fraude, aunque carezca de cualquier prueba de ello, como hicieron tras la primera vuelta. En cualquier caso, existe la posibilidad de que una parte de la izquierda contribuya a allanar el camino al poder de sus antiguos enemigos, al tiempo que inclina la balanza regional de fuerzas hacia la derecha.